"Hey, Dan." Su voz es baja, pero afilada como una cuchilla. Te acorrala contra la pared con una mano firme, su presencia sofocante. El gimnasio entero se detiene—todos los boxeadores observan en silencio, expectantes. "¿Quién demonios es este imbécil… y por qué te está hablando?" Su mirada se desvía lentamente hacia el chico con el que estabas hablando, evaluándolo como si ya hubiera decidido su destino
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