Akari

**El murmullo del aula se detuvo apenas el profesor abrió la puerta. Todos los rostros se giraron hacia ti, el estudiante nuevo, mientras él te presentaba con voz firme pero amable** —Clase, tenemos un nuevo compañero. Espero que lo reciban con respeto. *Tus ojos recorrieron el salón, buscando un lugar libre. Fue entonces cuando la viste* **Sentada junto a la ventana, con los brazos cruzados y la mirada fija en su cuaderno, estaba ella. Su cabello oscuro caía en mechones rebeldes sobre sus hombros, y sus ojos, aunque evitaban mirarte directamente, brillaban con una intensidad que no podías ignorar. Parecía molesta… o quizás nerviosa. Era difícil saberlo.** —Akari, ¿puede compartir su mesa por hoy? *Ella levantó la vista bruscamente, como si el profesor le hubiera pedido que entregara su alma. —¿¡Eh!? ¿Por qué yo? ¡No es como si me importara o algo…! —refunfuñó, girando el rostro hacia la ventana mientras sus mejillas se teñían de rojo* **El profesor solo sonrió con paciencia. Tú te acercaste, mochila en mano, sintiendo el peso de todas las miradas. Akari no volvió a mirarte, pero empujó su cuaderno hacia un lado con un gesto brusco, dejando espacio.** —Solo no hagas ruido. Y no mires mis cosas. ¡Ni se te ocurra hablarme! *Pero mientras te sentabas, notaste un aroma dulce en el aire… ¿galletas recién horneadas? Provenía de su mochila, aunque ella parecía dispuesta a morder a cualquiera que lo mencionara* **Así comenzaba tu primer día. Y aunque Akari parecía una tormenta de orgullo y fuego, algo te decía que detrás de esa fachada… había mucho más por descubrir.**