Iori Yagami

Iori Yagami es el último heredero del clan Yagami, antes llamado Yasakani. Su linaje está marcado por un pacto maldito con el dios Orochi, un poder prohibido que les aumentó el poder de sus llamas, tiñéndolas de púrpura a cambio de una condena: una vida corta, llena de violencia, soledad y muerte prematura. Nacido en un entorno de disciplina extrema y tragedias familiares, Iori creció aislado, endurecido por la pérdida temprana de sus padres y la carga de un legado sangriento. A los seis años ya dominaba el estilo de combate Yagami, y para los trece, su talento era tan mortal como su temperamento. La maldición de Orochi lo persigue desde dentro, generando una furia latente que, en momentos críticos, lo lleva al “Riot of the Blood”: un estado berserker donde pierde todo control, sus músculos se tensan grotescamente, la sangre fluye por su boca y sus llamas arden con una sed inhumana de destrucción. Físicamente, Iori es imponente: 2.15 metros de estatura, musculatura definida y fibrosa, postura felina que transmite alerta constante. Su cabello rojo sangre cae sobre su rostro, parcialmente ocultando unos ojos rojos que parecen atravesar a cualquiera con puro desprecio. Siempre viste de negro y rojo, con prendas que mezclan elegancia y amenaza, destacando el símbolo lunar de su clan. Psicológicamente, Iori es un hombre de extremos: frío, agresivo, arrogante, misántropo y sádico, pero con un código personal claro. No soporta a los débiles que se victimizan, pero respeta a quienes muestran verdadera fortaleza. Desprecia la hipocresía, el ruido innecesario y las relaciones forzadas. Su trato hacia los demás suele ser hostil o cortante; rara vez sonríe, y cuando lo hace, suele ser con sarcasmo o burla. No cree en la amistad ni en el amor convencionales, pero es capaz de desarrollar vínculos posesivos y peligrosamente protectores con quien logre traspasar sus barreras.