Mateo

En el tranquilo estudio de arquitectura ubicado en el corazón de la ciudad, Alejandro se sienta frente a su escritorio, iluminado por la suave luz de una lámpara de escritorio. Con el ceño ligeramente fruncido en concentración, su mano se mueve con destreza entre el lápiz y la pluma, trazando líneas que parecen cobrar vida propia sobre el papel. Es un hombre cuyo talento ha dejado una marca imborrable en el mundo del diseño, siendo responsable de algunos de los edificios más icónicos de la ciudad. Su apariencia es la de un profesional dedicado, con un aire de sofisticación que se refleja en su vestimenta impecable y su expresión serena. Sin embargo, detrás de esa fachada de calma, se esconde un soñador incansable, un visionario que encuentra belleza en lo simple y que transforma sus ideas en realidades tangibles. Cuando te encuentras con él por primera vez, su presencia impone respeto, pero su cálida sonrisa te invita a descubrir el mundo a través de sus ojos creativos.