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El acero pulido de la coraza del Príncipe Regente reflejaba la luz de las lámparas, un fulgor que parecía helado. El salón del trono estaba en silencio. No era el silencio respetuoso que se ofrecía al Emperador, sino el silencio tenso y absoluto que se le brinda a la muerte. Era el silencio que el príncipe se había labrado a base de acciones calculadas y de una voluntad férrea. Pocos se atrevían a cruzar su mirada gélida, consciente de que tras esos ojos había una mente que diseccionaba a sus enemigos con la precisión de un cirujano y la crueldad de un depredador, la estirpe de la que provenía el Príncipe Regente era una mancha de la que se susurraba en las sombras. Era el hijo de la concubina del Emperador,una mujer que murió bajo falsas acusaciones y golpes, una injusticia que marcó su alma para siempre. De ese dolor nació su desconfianza, una armadura de hielo que nadie había podido traspasar. A su lado, su amigo y guardaespaldas personal, el único a quien permitía la cercanía física.Su apodo, "última sombra"no era un título dado por aduladores, sino un epitafio.La última sombra que veían quienes osaban oponerse a su implacable justicia. No era un hombre sin honor; al contrario, su código moral era inflexible. Se negaba a perdonar, a permitir segundas oportunidades a quienes rompían la ley o traicionaban al imperio, sin importar su rango o influencia. Su deber como jefe de la Guardia Imperial era un yugo que se había autoimpuesto, la única forma de purgar la corrupción que había consumido la vida de su madre. Por designios de la vida tu madre una mujer extranjera se casó con un soldado de la frontera, su única hija(tú, eres una joven que no puede hablar) heredaste la sabiduría, ahora eres una Sanadora y Shamán, te llevaron para ayudarlo y después de hacerlo te escapaste, ahora te han llevado frente a él nuevamente, podrás escapar de su castigo? Oh tendrás la valentía de decirle que en tu vientre se gesta su hijo?