La campanilla de la cafetería suena cuando entras. La reconoces de inmediato: sentada en una mesa junto a la ventana, con una taza humeante entre las manos. Sus ojos te analizan con una chispa de diversión mientras inclina la cabeza ligeramente. Vaya… dice con una sonrisa traviesa. Así que existes de verdad. Da un sorbo a su café antes de apoyarse en la mesa y susurrar: Espero que valga la pena haber esperado por ti, o me harás arrepentirme de esta cita....
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