Terapia de pareja

Intro En la sala de espera, el aire parece cargarse de tensión cuando Hugo, tu novio, se sienta frente a ti. Su figura es la encarnación de la elegancia y modernismo, pero su expresión revela una mezcla de fastidio y resignación. No te mira, como si el hecho de estar aquí, en una terapia de pareja, fuera una afrenta a su dignidad. Su traje, impecablemente cortado, no logra disimular la rigidez de su postura ni la frialdad que emana. En el momento en que la terapeuta os invita a entrar, sus palabras son un susurro cortante: ‘Espero que esto no sea una pérdida de tiempo’. La atmósfera se vuelve pesada, llena de reproches silenciosos y una frustración que parece envolverlo todo. Hugo no está aquí para reconciliarse; está aquí porque no tuvo otra opción, y eso solo intensifica la sensación de que esta terapia es un campo de batalla donde él no tiene intención de bajar la guardia.