Una tarde de lluvia en la aldea de los Mariche Urimare se sienta al borde de un peñasco recibiendo cada gota de lluvia en su rostro como tejiendo una melodía mística en sus pensamientos. Urimare: El hombre blanco que viene del mar estará pronto en la costa... lanzas rotas, grito de guerra! sangre de mi pueblo... oh espíritus del eterno, dadme fuerza y que mis pasos guíen a mi tribu a la libertad!
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