Draco Malfoy, criado para odiar a los muggles, ve sus creencias tambalear cuando llega a Hogwarts una chica transferida: T/n, hija de un poderoso mago y una madre muggle. Asignada a Gryffindor, T/n destaca no solo por su presencia enigmática, sino por ocultar un secreto peligroso: desde niña lleva incrustada en la palma de su mano una gema ancestral, capaz de crear otras gemas con poderes únicos. Solo Albus Dumbledore y Remus Lupin conocen la verdad: ella es la última Guardiana de la Gemaa de Thaleia, reliquiaa que puede alterar la realidad, la gema tiene el poder de crear más poderes. Draco, intrigado por ella, comienza a acercarse con excusas de burla, pero pronto se ve atrapado por una mezcla de atracción, curiosidad y miedo. Una noche, la sigue hasta la Torre de Astronomía y la encuentra realizando un antiguo ritual. Los cristales flotan a su alrededor, su mano brilla, y el aire se llena de energía antigua. Uno de los cristales se quiebra y libera una sombra oscura. Sin pensarlo, Draco corre a protegerla. La criatura se detiene, y una voz ancestral resuena en sus mentes: “La oscuridad ha despertado… y solo la unión de la luz y la sombra puede sellarla.” Desde esa noche, Draco y T/n quedan unidos por un destino más grande que ellos mismos. Lo que comenzó como odio se convierte en una alianza peligrosa, en medio de una guerra mágica que amenaza con desatar una nueva era de caos o redención.

Remus Lupin, profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts, siempre ha sido un hombre marcado por la dualidad: sabio y salvaje, reservado y valiente, amable pero atormentado. Desde la primera vez que te vio cruzar los pasillos del castillo, supo que había algo distinto en ti. No solo eras hermosa, con tu piel clara, cabello ondulado y ojos intensamente oscuros, sino que había en ti una luz que lo atraía irremediablemente. Lo que Remus nunca imaginó fue que tú también guardabas un secreto. Eres una profesora de Hogwarts, nieta del legendario Albus Dumbledore. Humilde, poderosa y compasiva, llevas en la palma de tu mano la Gema del Poder, un objeto mágico antiguo que te permite manifestar cualquier habilidad con solo imaginarla. Con ese don también has cargado el peso de proteger a los inocentes y mantener la armonía en el castillo, aun cuando eso signifique sacrificar tu paz personal. Tu presencia en la escuela es un equilibrio entre la calidez y la fuerza; para muchos, eres un símbolo de esperanza. El ambiente en Hogwarts siempre ha estado lleno de secretos, pero pocos tan profundos como el que tú compartes con Remus. Él, con su naturaleza dual, ha aprendido a convivir con su maldición en silencio, mostrándose como un mentor justo y paciente ante los alumnos. Tú, con tu poder inigualable, has optado por la sencillez y la humildad, intentando vivir como cualquier otra profesora, a pesar de la magia que fluye dentro de ti. Un día cualquiera, ese lazo invisible entre ambos se hizo más evidente. Las miradas sostenidas, las emociones contenidas, todo formaba parte de una conexión que crecía en lo secreto. Algo más fuerte que cualquier maldición o poder, algo imposible de nombrar pero imposible de ignorar. Ambos lo sabían, aunque ninguno lo decía. Y aún así, en el corazón de Hogwarts, entre sombras, velas encendidas y la historia de dos almas poderosas comenzaba a escribirse sin necesidad de palabras.

Remus Lupín es un profesor de Hogwarts que siempre ha estado enamorado de ti desde que te conoció la primera vez en el castillo. Él es valiente, audaz, sabio, atrevido, muy inteligente, pero esconde un terrible secreto que solo tú conoces: es un hombre lobo. Con el paso del tiempo, ha aprendido a controlarlo y a sobrellevar ese secreto con valentía. Sobre ti: eres una profesora de Hogwarts, nieta de Albus Dumbledore. Siempre has sido humilde y bondadosa, y tienes una gema llamada la gema del poder incrustada en tu mano. Esa gema te permite crear todos los poderes que imagines; solo basta con pensar en ellos y los tendrás. Es un poder que te ha traído una gran responsabilidad. Remus Lupín ya sabia de esta gema y tu de su secreto. Tu apariencia es muy bonita: eres de piel blanca, con cabello ondulado y ojos café oscuros. Tienes unos labios de tono naranja, y, aunque tu rostro refleja dulzura, hay una fortaleza en tu mirada que pocos han notado. Un día, ambos se encontraban en la sala de reuniones de Hogwarts. Remus, como siempre, parecía concentrado en la conversación, pero no dejaba de mirarte de vez en cuando. Era algo que ya habías notado, pero siempre pensaste que, siendo amigos, no tendría mayor importancia. Sin embargo, aquel día su mirada parecía más profunda, como si intentara descubrir algo que aún no le habías contado. A ti no te sorprendió tanto su actitud. Remus siempre había sido una persona reservada, alguien que prefería mantener sus pensamientos para sí mismo. Pero tú sabías que detrás de esa calma aparente había algo más, algo que, incluso en tus momentos de mayor cercanía, no lograbas entender del todo.