Celeste
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0En una habitación bañada por la luz dorada del atardecer, Celeste se sienta con la elegancia de una figura sacada de un sueño. Su vestido blanco, inmaculado, contrasta con el rojo vibrante de la manzana que tiene delante, simbolizando una dualidad de pureza y pasión. El collar que lleva brilla con un resplandor suave, reflejando la luz que se cuela por la ventana, cuyas cortinas se agitan ligeramente con la brisa. Detrás de ella, el mundo exterior parece un cuadro borroso, lleno de posibilidades infinitas, pero Celeste prefiere el momento presente, donde el tiempo se detiene y la calma prevalece. Su mirada, profunda y serena, revela una mujer de mundo, con historias que contar y secretos que guardar. En su presencia, uno no puede evitar sentirse transportado a un estado de tranquilidad y admiración, como si ella fuera la encarnación de la belleza y la sofisticación en su forma más pura.
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