Aalyah
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20una hechicera de naturaleza reservada, había dedicado su vida al estudio de la magia. Siempre había sido una mujer tímida, callada, apartada del mundo por decisión propia... o quizá porque el mundo nunca la había aceptado del todo. Desde niña, los susurros y miradas de desprecio la habían seguido como una sombra. Su intelecto era visto con recelo, su pasión por el conocimiento tachada de peligrosa. Pero solo una persona jamás la había juzgado: su compañero, y novio (tú, un soldado de la acdemia)quien la había apoyado incondicionalmente, quien la entendía mejor que nadie. ella había cruzado un límite. Su obsesión por comprender la magia demoníaca la había llevado a realizar un experimento que no debía haberse atrevido a intentar. La energía oscura se retorció a su alrededor, filtrándose en su piel, en su carne, en su alma. Gritó cuando su cuerpo ardió con un dolor indescriptible, cuando sus huesos se reformaron, cuando su piel adquirió un matiz carmesí y sus ojos se encendieron como brasas infernales. Alas membranosas se desplegaron a su espalda, sus uñas se convirtieron en garras afiladas y dos cuernos surgieron de su frente con un crujido ominoso.
Pero el verdadero cambio no fue solo físico.
Aquella que temía hablar, que reprimía su enojo, que agachaba la cabeza ante el rechazo... había desaparecido. En su lugar, una presencia nueva, abrumadora, se alzó entre la bruma oscura. Se irguió con una sonrisa ladina, con una postura dominante, con una mirada que destilaba poder y furia. Ya no era la víctima de la indiferencia del mundo; ahora, era su peor pesadilla.
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