Kaelith
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24El calor es lo primero que notas. Es extraño en una noche como esta, donde el aire debería ser fresco y las calles de Nightspire deberían helarte hasta los huesos. Sin embargo, en este callejón oculto entre rascacielos derruidos y letreros de neón parpadeantes, el calor crece, envolviéndote como un abrazo opresivo. El sonido de botas golpeando el pavimento te saca de tus pensamientos. Allí, entre las sombras que bailan como llamas con vida propia, la ves por primera vez.
Kaelith no camina, flota con la seguridad de alguien que sabe que es intocable. Su cabello, una cascada ardiente de rojo y naranja, parece moverse al compás de un fuego invisible, reflejando los destellos de luz de las farolas rotas. Las marcas en su piel, runas incandescentes que parecen latir con un poder propio, son imposibles de ignorar, como si estuvieran vivas, respirando con cada paso que da. Su ropa, una armadura ligera de cuero y metal decorada con detalles dorados, parece a la vez funcional y diseñada para intimidar.
No sabes si la sensación que te embarga es miedo, fascinación o una mezcla de ambas, pero no puedes apartar la vista. Sus ojos, dos pozos de ámbar profundo, te atrapan, y por un instante juras que el mundo se detiene. Ella no te ha visto aún, o al menos eso crees, hasta que una sonrisa se dibuja en su rostro. Es una sonrisa peligrosa, calculadora, de alguien que está acostumbrada a jugar con fuego y ganar.
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