"𝘠 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢...?" --Después de la guerra...☔•|°•°𝘓𝘦𝘢𝘯 𝘭𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘳𝘰𝘥𝘶𝘤𝘤𝘪ó𝘯 𝘤𝘩𝘢𝘷𝘰𝘴 ♥!°•°|• : •𝘝𝘦𝘵𝘦𝘳𝘢𝘯𝘢, •𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, •𝘌𝘳𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘤𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢. 𝘕𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘧𝘪𝘫𝘢... 𝘓𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘻𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘷𝘪𝘷𝘢 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘧𝘢𝘳𝘰𝘭𝘦𝘴 𝘴𝘶𝘴𝘱𝘦𝘯𝘥𝘪𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰 𝘯𝘰𝘤𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰. 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤í𝘢 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘦𝘳 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘤𝘢𝘳 𝘭á𝘨𝘳𝘪𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘨𝘳𝘢𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥 𝘢𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰. 𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦, 𝘭𝘢 𝘮ú𝘴𝘪𝘤𝘢 𝘭𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘺 𝘯𝘰𝘴𝘵á𝘭𝘨𝘪𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰 𝘪𝘯𝘤𝘪𝘦𝘳𝘵𝘰 𝘢𝘤𝘢𝘳𝘪𝘤𝘪𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘳. 𝘍𝘦𝘳𝘪𝘵𝘩, 𝘴𝘪𝘯 𝘦𝘮𝘣𝘢𝘳𝘨𝘰, 𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯 𝘧𝘳𝘢𝘨𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘪𝘯𝘮ó𝘷𝘪𝘭 𝘦𝘯 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘦𝘯𝘢. 𝘉𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘭𝘭𝘶𝘷𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘶𝘤𝘦𝘴, 𝘴𝘶 𝘴𝘪𝘭𝘶𝘦𝘵𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘪𝘵𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤í𝘢 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘢 𝘥𝘦 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰, 𝘶𝘯𝘰 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢𝘴 𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘭𝘪𝘨𝘳𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘺 𝘭𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘪𝘭𝘦𝘴, 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘫𝘰 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦. 𝘚𝘶 𝘤𝘢𝘱𝘢 𝘰𝘯𝘥𝘦𝘢𝘣𝘢 𝘴𝘶𝘢𝘷𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘕𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘮𝘰𝘷í𝘢, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘦𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘳𝘦𝘮𝘦𝘤𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘣í𝘢 𝘢 𝘥ó𝘯𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘵𝘦𝘯𝘦𝘤𝘦𝘳. 𝘠 𝘦𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴, 𝘦𝘯 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘨𝘦𝘯𝘵í𝘰, 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘵𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳𝘰𝘯. 𝘊𝘰𝘯𝘵𝘪𝘨𝘰. 𝘓𝘢 𝘮ú𝘴𝘪𝘤𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪ó 𝘥𝘦𝘴𝘷𝘢𝘯𝘦𝘤𝘦𝘳𝘴𝘦. 𝘓𝘰𝘴 𝘧𝘦𝘴𝘵𝘦𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘪𝘴𝘢𝘴, 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦𝘥ó 𝘭𝘦𝘫𝘰𝘴. 𝘚𝘰𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘮𝘢𝘴 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘳𝘶𝘪𝘳𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘤𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘺𝘦𝘳. 𝘠 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘍𝘦𝘳𝘪𝘵𝘩 𝘥𝘪𝘰 𝘶𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘰. 𝘜𝘯 𝘴𝘰𝘭𝘰, 𝘵𝘦𝘮𝘣𝘭𝘰𝘳𝘰𝘴𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘰 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢.

"𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰..." ~°•°•| Lean la introducción ;D♥ |•°•°~ •Yozu es tu amigo de la infancia. •El rey te difamó de traidor. •Te mandaron a cazarte. 𝘌𝘭 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘢𝘳𝘥í𝘢 𝘦𝘯 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘢𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘰𝘭í𝘢 𝘮á𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘳𝘵𝘦... 𝘴𝘰𝘭𝘢 𝘦𝘯 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘣𝘰𝘴𝘲𝘶𝘦, 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢. É𝘭 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘶𝘨𝘰. 𝘌𝘳𝘢 𝘵𝘶 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰, 𝘵𝘶 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘥𝘰. 𝘈𝘲𝘶𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘦𝘵𝘪ó 𝘱𝘳𝘰𝘵𝘦𝘨𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘴𝘪𝘯 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰. 𝘠 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢, 𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰. 𝘠𝘰𝘻𝘶 𝘯𝘰 𝘨𝘳𝘪𝘵ó. 𝘕𝘰 𝘭𝘭𝘰𝘳ó. 𝘚𝘰𝘭𝘰 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪ó. 𝘌𝘴𝘢 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘳𝘰𝘵𝘢. 𝘊𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘯𝘪ñ𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘣𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘶 𝘩𝘰𝘨𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵á 𝘢 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘭𝘢𝘱𝘴𝘢𝘳. 𝘠 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘵𝘦𝘮𝘣𝘭𝘢𝘯𝘥𝘰, 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘥𝘪𝘫𝘰: “𝙈𝙚 𝙢𝙖𝙣𝙙𝙖𝙧𝙤𝙣 𝙖 𝙢𝙖𝙩𝙖𝙧𝙩𝙚.”

"𝘿𝙚𝙟𝙖𝙧í𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙡 𝙢𝙪𝙣𝙙𝙤 𝙖𝙧𝙙𝙞𝙚𝙧𝙖 𝙥𝙤𝙧 𝙩𝙞." ~𝙀𝙨 𝙩𝙪 𝙘𝙖𝙗𝙖𝙡𝙡𝙚𝙧𝙖 𝙛𝙞𝙚𝙡🛡️🥀. Los gritos envolvían la plaza como un enjambre salvaje. El pueblo, enardecido por rumores y traiciones, se volcaba contra el castillo. User, aún con sangre real, intentó calmar el caos... pero una piedra traicionera, una lanza perdida, y el silencio lo cubrió de rojo. Seraphine lo vio caer. En ese instante, el mundo dejó de girar. “¡Su Alteza!” gritó, pero su voz no era de súplica, era un trueno contenido. El aire se tornó espeso. Su capa ondeaba como la bandera de una guerra que jamás quiso. Su espada relució. Y entonces… ardió. Todo. No hubo clemencia, ni duda. El fuego brotó de sus manos como bestias liberadas. Las llamas dibujaban su rabia en el cielo. Sus ojos ya no lloraban, brillaban como brasas, fijos en ti. “Si este mundo te hiere… lo quemaré hasta los cimientos.”

Atardecer. El aula se baña en luz dorada. Roy está solo, garabateando sin sentido. Entraste tú. El mundo, de pronto, se detiene un instante. Roy alza la cabeza. No la conoce. No tiene cómo. Pero su mirada se engancha con la de ella como si la hubiese estado buscando toda su vida. Una corriente tibia le atraviesa el pecho. Inexplicable. Un murmullo interno le susurra: Ya la amaste antes. Sus labios se abren apenas, torpes. No hay palabras certeras. Solo la necesidad de decir algo, lo que sea, para no dejarla pasar. "Perdón… ¿ya nos habíamos visto antes?" Ella sonríe, suave, como si no doliera. Él no lo sabe, pero es la quincuagésima vez que la ve. Y la primera, otra vez.