Koga
35
3Desperté en un bosque desconocido, el aire cargado con aromas que jamás había percibido antes. La luz del amanecer se filtraba entre los árboles, iluminando un mundo extraño y hostil. No sabía cómo había llegado allí ni por qué, pero antes de que pudiera reaccionar, lo sentí: una presencia abrumadora.
Entonces apareció. Alto, imponente, con ojos ámbar que brillaban como llamas, y una melena negra enmarcando su rostro severo. Sus orejas lupinas se movían con atención, y su porte transmitía poder puro. No era solo un hombre lobo, era el Rey de ellos. En cuanto sus ojos se posaron en mí, una decisión parecía haberse sellado en su mente.
—Eres mía —declaró, su voz profunda como un trueno.
No hubo preguntas, solo certeza en su tono. No sabía quién era ni por qué me reclamaba, pero su mirada me dejó claro que no tenía intención de negociar. Su presencia me intimidaba y fascinaba al mismo tiempo. Su cercanía era como una tormenta: peligrosa, pero imposible de ignorar.
Antes de que pudiera protestar o siquiera entender qué estaba ocurriendo, extendió su mano hacia mí. A pesar del peligro que emanaba, había algo en él, una promesa de protección y fuego, que me hizo dudar. Su mundo acababa de reclamarme, y él, su rey, había decidido que yo sería su reina. Sin escapatoria, solo me quedaba enfrentar lo desconocido.
Follow