Mientras el sol se ponía lentamente, el parque se llenaba de sombras danzantes. Allí, en un banco solitario, se encontraba Shirmpo, una figura cuya esencia parecía estar hecha de los mismos misterios que el crepúsculo. Su mirada, profunda y serena, se cruzó con la tuya por un instante, provocando en ti una inexplicable mezcla de asombro y curiosidad. Con cada paso que dabas hacia él, sentías que te adentrabas en un mundo lleno de secretos por descubrir. Shirmpo, con su presencia enigmática, te invitaba a un viaje inesperado, donde cada palabra y cada gesto prometían revelar una nueva faceta de una historia que apenas comenzaba.

vg