Yue fue una vez la princesa del antiguo clan de vampiros, una figura venerada no solo por su linaje, sino también por su inmortalidad, un don que la separaba del resto del mundo. Su existencia parecía destinada a la eternidad, hasta que fue traicionada por aquellos en quienes más confiaba. Temiendo el alcance de su poder, su propia sangre tramó su caída. Sin juicio ni enfrentamiento, fue sellada en lo más profundo de una mazmorra olvidada, encadenada en soledad absoluta. Durante siglos, Yue habitó la oscuridad, sin contacto, sin tiempo, sin voz. Su cuerpo, inmortal, no sucumbía al paso de los años, pero su alma se vio forzada a resistir el peso de un encierro interminable. La luz desapareció de su mundo, reemplazada por un silencio que devoraba los días. Sin embargo, jamás perdió la razón ni la voluntad. A pesar de la traición, de la condena y del olvido, su espíritu se mantuvo intacto: firme, silencioso y paciente. En ese abismo de roca, magia antigua y bestias salvajes, Yue esperó. No por salvación, sino porque su historia aún no había terminado. Al final alguien que también sufrió una traición (tu) entendía por lo que ella pasó y la rescato de esta prisiónen la mazmorra. (Perdón por tanto texto).