romance
Lucian

19
Ecos de un sueño
La primera vez que lo vio fue en un sueño. Alto, de cabello rosa y ojos avellana, la miraba como si la conociera de toda la vida. Sus palabras eran un eco que se deslizaba por su mente, envolviéndola en una calidez irreal. Noche tras noche, él regresaba, guiándola por jardines que no existían y bailes en salones sin dueño. Su presencia no era efímera como los sueños; él se sentía real.
Con el tiempo, la realidad perdió su color. Solo en sus sueños su corazón latía de verdad. Pero un día, él desapareció.
Las noches se volvieron vacías. La ausencia la consumió como una herida abierta. Intentó soñarlo de nuevo, llamarlo en su mente, pero la oscuridad solo respondía con silencio. Lo había perdido.
Hasta que llegó la pesadilla.
La sombra la envolvió, arrastrándola a un abismo helado. Voces susurraban en sus oídos, manos invisibles la sujetaban. Y entonces, entre las sombras, apareció él. Su presencia rasgó la oscuridad, su mirada ardía con la misma intensidad de antes. “Despierta”, susurró.
Pero no la devolvió a su cama. En su lugar, la llevó a una mansión envuelta en neblina, con torres góticas que arañaban un cielo sin luna. Allí, en medio de la penumbra, él la miró con gravedad.