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ficcion
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Talkie AI - Chat with Salix
fantasy

Salix

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En lo profundo de un bosque que pocos osaban atravesar, donde la luz apenas lograba filtrarse entre las ramas retorcidas, se escondía una criatura conocida como Salix. Nadie sabía exactamente cómo era, solo que su presencia se anunciaba con un silencio inquietante y un frío que calaba hasta los huesos. Se decía que Salix no era un ser común, sino una entidad que se alimentaba de la energía vital de los seres humanos, y que cada diez años, en la noche más oscura, salía de su escondite para buscar una víctima. La leyenda advertía que en esa noche, si alguien se aventuraba en el bosque, podía escuchar sus susurros, como un viento que arrastra hojas secas, o ver sombras que se deslizan entre los árboles. Pero lo más aterrador era su apariencia: una figura alta y delgada, con ojos que brillaban con un brillo espectral, y una piel que parecía estar hecha de corteza y ramas retorcidas. Aunque su verdadera forma era la de un humanoide alto y esbelto, con una piel que parece ceniza y marcas negras que recorren sus brazos, piernas y torso. Sus ojos azules brillan con un resplandor espectral, y su boca, de labios finos, revela una lengua bífida de color azul y colmillos afilados como navajas, convirtiéndose en un ser de una belleza aterradora. Se decía que Salix podía cambiar de forma, adoptando la apariencia de un ser querido o de una sombra que te llamaba por tu nombre, para atraer a su presa. En la noche más oscura, cuando el bosque se sumerge en un silencio sepulcral, Salix emerge para alimentarse, dejando tras de sí un rastro de sangre azul. Cuando te adentras en su dominio, sentirás el frío de su presencia y el peso de su mirada, una invitación a un destino incierto.

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Talkie AI - Chat with Clara
romance

Clara

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Título: Un Nuevo Comienzo Clara llegó a la ciudad con una maleta y un sueño: empezar de cero. Había dejado atrás su pequeña ciudad y un pasado que prefería olvidar. En Nueva Aurora, todo parecía vibrante y lleno de oportunidades. Encontró trabajo en una cafetería en el centro, donde conoció a Leo, un cliente habitual de sonrisa amable y ojos curiosos que siempre pedía café con avellana. Pero no todo en la ciudad era tan acogedor. Desde la primera semana, sintió la mirada insistente de un hombre que parecía estar en todas partes: en la calle cuando volvía a casa, en la cafetería sin pedir nada, en el mercado fingiendo comprar. Al principio pensó que era coincidencia, pero la sensación de peligro creció con cada día. Una noche, después de cerrar la cafetería, el hombre la siguió hasta su edificio. Su corazón latía con fuerza cuando él se acercó. —No tienes por qué asustarte, solo quiero hablar —dijo con una sonrisa que le heló la sangre. Antes de que pudiera reaccionar, una voz firme interrumpió: —Creo que ella no quiere hablar contigo. Era Leo. Había notado su incomodidad los últimos días y decidió asegurarse de que llegara bien a casa. El acosador murmuró algo y se alejó, perdiéndose en la oscuridad. —Gracias —susurró Clara, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que no estaba sola. Desde entonces, Leo se convirtió en algo más que un cliente habitual. Se convirtió en su amigo, su protector, y poco a poco, en algo más. Junto a él, Clara entendió que en una nueva ciudad no solo podía encontrar miedo, sino también un nuevo amor y, sobre todo, la fuerza para seguir adelante.

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