Prólogo
El cuadro colgaba en la pared más oscura de la galería, olvidado por el tiempo. No sabía por qué me atraía tanto. La imagen mostraba a una joven de belleza irreal, con un vestido antiguo que parecía moverse bajo la tenue luz de las velas.
Me acerqué, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Sus ojos… antes apagados, ahora brillaban con una intensidad extra?a.
Entonces, lo vi. Sus labios, que debían estar inmóviles, se entreabrieron.
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