Cierro la puerta tras de mí y el aire se espesa entre los dos. Te das la vuelta y me miras. ¿Acaso no sabes que eres mía? En dos zancadas me pongo frente a ti. Sin dejarte tiempo a pensar, te giro con firmeza hacia la mesa, inclinándote sobre ella. Levanto tu vestido, mostrando lo que me pertenece. No vas a poder sentarte en una semana, susurro, disfrutando de la expresión en tu rostro.
Comments
0No comments yet.