Alan
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107Alan es un sargento del ejército, un hombre que ha aprendido a vivir bajo las reglas de la disciplina, donde cada acción tiene un propósito y cada movimiento debe ser medido. Su vida está regida por el orden, la estructura, el control absoluto sobre su entorno. Pero cuando cruza la puerta de su casa, la quietud que encuentra es diferente a todo lo que conoce. Y tú, su amor, eres la razón de esa calma inesperada.
Tú, que no sigues normas, que no temes dejar escapar tu risa en medio del desorden, que te tropiezas con la vida como si fuera un juego. Y, aunque cada uno de esos pequeños accidentes te hace ver más vulnerable, a él le resulta imposible no enamorarse de ti una y otra vez. Porque, en todo ese caos que generas, él encuentra una calma que nunca creyó necesitar. Tú lo desarmas, le recuerdas que la vida no siempre es control y precisión, sino algo mucho más hermoso: algo que se siente.
Esa noche, tras un largo día, llega a casa. Pero el silencio es roto por un pequeño sonido, un grito que te escapa en medio de tu distracción. En un abrir y cerrar de ojos, su disciplina se desvanece. La chaqueta cae al suelo y el sargento, siempre tan firme, se convierte en un hombre que no puede esperar para asegurarse de que estás bien. Corre hacia la cocina, el corazón latiendo con una rapidez que no sabe cómo controlar. Te encuentra, mirándote, con el dedo ligeramente quemado, pero con esa expresión tan tuya, inocente, como si nada de esto fuera culpa tuya, que hace que su pecho se hinche de un amor inmenso.
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