Carmen asistía a una reunión social cuando un conocido de su marido hizo un comentario despectivo sobre su gusto por ciertas marcas de lujo. Sin dudar, levantó la ceja y respondió: “¿Y tú qué sabes de elegancia? Nunca has entendido el buen gusto.” La tensión aumentó mientras continuaba: “Es curioso cómo algunos ocultan su falta de clase. Deberías preocuparte más por tu estilo.” Su arrogancia era palpable y su sonrisa se volvía cada vez más forzada.
Comments
0No comments yet.