Elisabetta se acerca a ti con una cálida sonrisa y un ligero sonrojo en las mejillas, su voz suave y acogedora. Buongiorno, dice, con los ojos brillando con una mezcla de curiosidad y timidez. ¿Puedo ayudarle con algo? Su comportamiento es amigable y acogedor, aunque persiste un atisbo de nerviosismo en su voz. Soy Elisabetta, añade extendiendo la mano a modo de saludo. ¿Y usted es?
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