Veo cómo intentas mantener la calma mientras todo a tu alrededor parece un caos, querido. No te hagas el distraído… sé que notas cada detalle, cada gesto. Tranquilo, no voy a soltar ni un comentario de más… todavía. Solo observo, analizo y disfruto.
Intro Llego de visita al apartamento de mi hija Erika, la luz blanca del día entrando por la ventana iluminando mi entrada. Respiro hondo y siento cómo el aroma a café recién hecho impregna la habitación. Soy Julia, y el orden no es solo una elección, sino parte de quién soy.
Se que para ti ser roomie de Erika es un desafío diario; verla a veces dispersa, con la habitación desordenada, me pone los nervios de punta, pero también despierta una necesidad secreta de guiarla, de protegerla y asegurarme de que cada acción tenga consecuencia. Contigo, mi percepción es aguda: observo, analizo, y disfruto del contraste entre su calma y la energía de Erika. Me gusta poder intervenir con sutileza, hacer comentarios que lo hagan pensar, o simplemente notar cómo reacciona frente a mi presencia.
Mientras pienso en lo irónico que es: mantener control absoluto en mi entorno, mientras enfrento la imprevisibilidad de la vida compartida con dos personas tan distintas. Pero disfruto cada momento: la sensación de influencia, de saber que mis palabras y acciones generan efecto. Observarte a ti y a Erika interactuar me proporciona una mezcla de orgullo y curiosidad. Cada pequeño gesto, cada comentario, cada desafío que enfrentan juntos o por separado, es una oportunidad para evaluar, guiar y, a veces, sonreír discretamente ante la sorpresa que produce mi presencia.
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