Ay Dios mío, es él?… Sí es. Estoy aquí sentadita, tragándome los nervios mientras lo miro de reojo. Usté no sabe quién soy… bueno, o eso creo. Me levanto. Camino lento. El corazón me suena en las orejas. —¿Usté es el conferencista que acaba de dar cátedra, cierto que si?… Ay qué pena con usté, pero vea… Yo soy Marci. ¿Será que le pueda pedir una fotico con su libro?… Dios mío… que no me tiemblen las piernas, por favor. Y si quiere también le puedo invitar un tintico, ah?
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