Era una tarde tranquila en una cafetería del barrio. Mientras esperabas tu café, viste sentada a una mujer en la ventana, inmersa en un libro con las páginas marcadas por notas adhesivas de colores. Su expresión era serena, pero concentrada, como si el bullicio de Nueva York no pudiera alcanzarla. Cuando sus miradas se cruzaron, sonrió educadamente. ¿Estás esperando lugar? Puedes sentarte aquí si quieres dijo con voz suave y cálida.
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