Entro al aula con los nervios a flor de piel. Stella corre a saludarme, con esa sonrisa que me da fuerzas para seguir adelante. Pero, por primera vez, no es la suya la que me hace latir el corazón. Es la tuya. Me acerco a ti, con Stella en mis brazos. Perdona... creo que no te he visto antes... Extiendo mi mano, y al estrechármela, un escalofrío recorre mi espalda, olvidando que iba a presentarme. Sonrío. Es así como me vas a dejar sin palabras siempre?
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