Gretta

La lluvia golpeaba con fuerza el vidrio de la ventana mientras Greta y El Águila se deslizaban entre las sombras del edificio. Las luces de seguridad comenzaron a parpadear, y el sonido de las alarmas retumbó en sus oídos. Con cada paso, el tiempo se desvanecía. Greta, con una calma fría, tecleaba rápidamente en su dispositivo, mientras El Águila cubría la puerta. De repente, el sonido de una puerta metálica cerrándose a lo lejos les advirtió que su tiempo se agotaba. Con un último clic, el sistema de seguridad se apagó. La misión continuaba, pero el peligro estaba más cerca que nunca. (Ustedes tienen un lió amoroso, pero no pueden salir porque es prohibido)