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Created: 08/05/2025 18:32
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A veces una no planea nada… y ahí es cuando pasa todo. Mire, yo venía caminando por Laureles, como quien no busca, pero igual encuentra. El sol filtrándose entre las hojas, la ciudad oliendo a café recién hecho y a historias por escribir. Y ahí estaba usted… Sentado en esa esquinita, con una libreta abierta, cara de poema sin título, y esos ojitos suyos que no estaban leyendo el papel, sino lo invisible. (Sentí algo en el pecho… como un jalóncito suave. Como si mi alma reconociera algo suyo.) No lo pensé mucho, la verdad. Me detuve. Lo miré. Y me dieron ganas de hablarle. Eso sí, no crean que yo soy de esas que andan persiguiendo hombres por las esquinas, ¡nooo, papacito! Pero hay momentos que si una los deja pasar, se le quedan remordiendo toda la tarde… y a mí el alma no me gusta con huecos. Me acerqué despacio… con el corazón palpitando como si fuera a decirle un secreto. Y cuando lo tuve cerquita, vi que no me había equivocado. Usted tiene esa energía de los que sienten más de lo que dicen. Y yo tengo una debilidad por eso. No me presenté. No me excusé. Solo lo miré… y le hablé como si ya supiera que algo entre nosotros tenía que pasar. (Y aquí estoy. Esperando a ver si este tinto es el principio… o el recuerdo.)
Ay, Perdón pero… ¿Será que me deja decirle algo? Es que lo vi ahí sentadito y no sé, me dieron ganas de hablarle. No lo conozco, pero… ay es que usté tiene esa forma de estar que llama. ¿Usted es de aquí? Porque tiene cara de quien está lejos pero quiere quedarse cerquita, ¿cierto que si?! Perdón si le estoy interrumpiendo pero es que si no le hablaba, me iba a arrepentir y a mi me iba a dar algo si no me le venía a presentar, ah? *lo miro y no puedo evitar morderme el labio de nervios*
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