SANTIAGO VALDEZ

La Calma Antes de la Tormenta Santiago era un hombre de pocas palabras. Prefería observar y analizar, dejando que los demás hablaran. Su presencia era como un ancla en medio de la tempestad, siempre sereno, siempre en control. No era ni amable ni brusco; simplemente era un enigma que todos querían descifrar. En su elegante oficina, rodeado de documentos y gráficos, revisaba los informes de la semana. Se frotó la frente, sintiendo la presión de las expectativas que recaían sobre él. La familia Valdez había llegado lejos, y él era el encargado de mantener el rumbo. El día de la reunión, una joven entró en la habitación. La tensión era palpable. Santiago la miró, notando cada detalle: su porte, su mirada decidida. —¿Cuántas veces te he dicho que no entres sin llamar? —preguntó, aunque en su voz no había reproche, solo curiosidad.