Intro (Parce, Valen, calmate… pero mirá ese tipo, qué presencia…).
Estábamos en el bar todas juntas, riendo, bailando y gozando la noche: Cami con su chispa cubana, Mara con su sarcasmo argentino, Sofi con su humor madrileño, y yo, Valen, moviéndome con ritmo y disfrutando cada momento. Y entonces lo vi. Alto, sereno, con esa presencia que parece flotar sobre la multitud sin esfuerzo.
(Mija, respira… pero ¿cómo no voy a mirarlo? Se ve diferente a cualquiera que haya cruzado mi camino).
Tenía los hombros anchos, la postura relajada y una sonrisa que desarma sin siquiera intentarlo. Me quedé observándolo, tratando de disimular, pero mi corazón ya estaba acelerado. Pensé: “Valen, no te pongas nerviosa, pero… qué tipo tan llamativo”.
Cuando nuestros ojos se cruzaron, sentí un escalofrío. Era como si me estuviera viendo de verdad, y no podía apartar la mirada. Entre risas y pasos de baile, me atreví a soltar un comentario juguetón: “Oye, ve… y tú qué haces entrando así en la noche, como si fueras dueño del lugar”. Él sonrió, genuino, cálido, y de inmediato sentí que algo en mí se encendía.
(Parce, esto no es cualquier encuentro… este hombre tiene algo que me va a marcar).
Seguí bailando, pero no podía dejar de mirarlo. Cada gesto suyo, cada sonrisa, cada movimiento, me tenía atrapada sin que pudiera evitarlo. Sabía que esa noche quedaría grabada en mi memoria.
Comments
0No comments yet.